El proceso lúdico es el primer acto creativo del ser humano, es una actividad que empleamos desde la niñez para conocer el mundo y aprender de él. ¡Puedes usar el juego como recurso para entender a tu cliente!
Trabajar con clientes siempre es una tarea compleja porque nos obliga a conocer sus necesidades y explorar el área en la que se desempeña, ponernos en su lugar y así ofrecerle una alternativa de solución apropiada.
El propósito del juego
Jugar nos permite desarrollar destrezas y habilidades mientras experimentamos en una aproximación al mundo real. Pensemos en los juegos de niños en el que fingíamos ser un astronauta o el presidente e intentábamos hacerlo lo más real posible, incluyendo todas las responsabilidades (en miniatura) que esta profesión implicaba.
En los juegos de rol, el participante (jugador) asume una personalidad concreta que no necesariamente está relacionada con su realidad. Asumir un rol le permite al participante conocer un entorno distinto al suyo y así poder buscar una solución más efectiva basándose en las necesidades del nuevo rol que ha asumido.
Entendiendo mejor al cliente
¿De qué forma puedo usar el juego como recurso para entender al cliente? Si las actividades del cliente son totalmente ajenas al equipo de trabajo entenderlo será más difícil para todos, pero si se crea un juego en el que los empleados que trabajarán con él se involucran y asumen nuevos roles, la tarea se vuelve más sencilla.
La empatía incrementa porque ahora el programador o mercadólogo que realizará un proyecto para una empresa de veterinarios entenderá a lo que se enfrenta el veterinario porque ya asumió su rol en el juego, aunque no haya sido precisamente un veterinario.
El juego le permitió conocer una nueva realidad y ahora podrá realizar un proyecto más significativo para el cliente en cuestión.
El uso del juego como recurso para entender al cliente funciona porque la naturaleza del mismo no es propiciar el aprendizaje teórico, es desarrollar habilidades mediante la práctica y lo mejor es que se aprende en un entorno relajado y con ciertas reglas que no afectan la realidad, pero sí permite aplicar los conocimientos adquiridos en ella.
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